martes, 9 de septiembre de 2014

El silencio de las cigarras

Ha llegado Septiembre y para mí significa temporada de finales y de nuevos comienzos. Los que unos consideran el final de año, en Diciembre, a mí me lo parece ahora mejor. Ya sabemos que, en este mes empieza el otoño, pero de aquella manera porque aunque los escaparates se visten de ropas más abrigadas, sigue haciendo calor de manga corta.




Sin embargo, vemos que el sol es más débil, las tardes se van acortando poco a poco, y por las noches ya refresca mucho más. El signo más audible: el silencio de las cigarras. Y, de pronto, la atmósfera se torna más románticamente tenue. Después de la explosión de sol y fiesta del verano, llega el extraño otoño avisando con sus colores amarronados de que llega su momento.

Yo ya he dicho adiós a las vacaciones disfrutadas hasta el último día de agosto, a los pocos días de sol achicharrante este año por Barcelona, a las cigarras, a bañarme en el mar, a la soltería de una íntima amiga mía, y diré adiós a otra amiga en breve, porque se me va a Madrid a vivir. Y siento en la piel esa melancolía de tener que dejar ir las cosas.

Por otro lado, aunque de forma extraña, percibo con alegría las cosas que tienen que llegar. Tal vez sean las ganas intensas de que sucedan cambios, la desesperación de la rutina asfixiante o el hilito de esperanza al que aferrarnos, pero el otoño nos da la bienvenida con promesas nuevas. La revolución empieza ahora, puede que las cigarras se callen, pero no quiere decir que estén muertas. La naturaleza sólo se relaja para dormir.
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