Ahora que va llegando mi cumpleaños, se me ha ocurrido
escribir sobre algo que me indigna, a mi manera.
Tenemos una costumbre muy arraigada en España, cuando una
persona ya convive con otra parece de mal gusto regalar en su cumpleaños algo
para él sólo. Así que, se suele regalar:
- 1 Algo para compartir, una de esas experiencias para dos
- 2 O algo para la casa.
¡Cómo odio los regalos para la casa! Me recuerda a mi padre
cuando dice que siempre hay que regalar algo práctico, ¡y un cuerno! ¿De quién
es el cumpleaños? Mío, pues quiero un regalo para mí, sí con todo el egoísmo
que me corresponde. Y os voy a dar mis razones.
Si alguien te regala algo para la casa será siempre algo que
no suba un gran importe, que si una tostadora, que si una plancha, que si una
freidora. Pero nadie va a ser lo suficientemente generoso para regalarte un
lavavajillas, una secadora, o una tele de 49 pulgadas por tu cumpleaños ¿verdad? Acaban siendo
cosas que puedes comprarte tú en cualquier momento, y a veces, ni siquiera te gustan.
Por otro lado, ¿qué pasa si al final decides romper con tu
pareja? Si te quedas con el electrodoméstico o pieza de ajuar en cuestión,
porque resulta que os lo regaló alguien de tu familia, te recordará a él o
ella, malo. Y si se lo queda la otra persona, te jode, porque a ti te encantaba
ese microondas tan chulo de color aluminio que tenía 20 programas de calentamiento.
Sea como sea, te fastidias.
Si es una experiencia para los dos, es algo más bonito (ya
no se lo queda la casa, dichosa egoísta), pero ¿y si yo quiero algo
exclusivamente para mí? Si en el pack todo son experiencias para dos, pues
vale. Pero como haya experiencias también individuales ya la hemos fastidiado.
Tú quieres hacerte una sesión de maquillaje completa, con manicura y pedicura,
pero la siguiente experiencia es un masaje para dos. Los hombres suelen ser más
prácticos, pero nosotras, pecamos de amor excesivo. Sufrimos un debate interno entre quedarnos el regalo, o compartirlo. Que no le va a pasar nada a
tu pareja porque te vayas a disfrutar tú sola de un personal shopper, y lo bien que te va a venir estar un ratito sola.
Ahí lo dejo ir.
Y, por supuesto, el cumpleaños es de esa persona, por lo
tanto, tiene que ser un regalo personal, una plancha a vapor no tiene nada de
personal, y además, es como una obligación porque, si la tienes, es para usarla.
Hay que estrujarse un poco las neuronas, y hacer feliz a la persona
cumpleañera. Si no, creo que lo mejor es preguntar antes si necesita algo, pero
¡para ella, no para la casa! Y a la pareja, ya le llegará su cumpleaños.
El ajuar está pasado de moda, que mueran los regalos a las casas, abajo con los robots de cocina. ¡Vivan los regalos personales! Porque tú
lo vales, y yo también :)
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